En la ira, Dios se acuerda de la misericordia (Génesis 6:9-22)

Amada congregación de Cristo,

Se dice que si le das a alguien un pescado lo alimentas por un día, pero si le enseñas a pescar, lo alimentas por toda la vida. Uno de mis objetivos al predicar es enseñarles a pescar, por así decirlo. No sólo quiero contarles lo que dice la Biblia y lo que significa para su vida, sino también enseñarles a leer la Biblia por ustedes mismos.

Una de las cosas más importantes que hay que entender es que la Biblia es una revelación de quién es Dios. Cada vez que leemos o estudiamos la Biblia, deberíamos hacernos la pregunta: «¿Qué se supone que estoy aprendiendo sobre Dios? ¿Qué me está diciendo acerca de quién es Él?». Si nos preguntamos eso primero, estaremos en mejores condiciones de saber cómo se aplica el pasaje a nuestras vidas.

Vamos a ver cómo esto es cierto en nuestro pasaje de Génesis 6 de esta mañana. Tenemos que abordar estos versículos como una revelación de Dios que trata, en primer lugar, de quién es Él y de lo que ha hecho en Jesucristo. Al hacerlo, nos daremos cuenta de que la ira de Dios y su amor son el centro de atención.

Antes de examinar específicamente Génesis 6, debo decir un par de palabras sobre la ira y el amor de Dios. A veces la gente los pone uno contra el otro como si estuvieran en tensión o como si fueran opuestos. No lo son. La Escritura dice en 1Juan 4 que Dios es amor. El amor perfecto existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es exactamente por ese amor que Dios tiene ira contra el pecado. Debido a que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se aman mutuamente, tienen una ira santa contra todo y contra todos los que socavan, desobedecen o deshonran a Dios. Si amas a alguien, no soportas que otros le ataquen o le falten al respeto. Así pues, la ira de Dios procede de su amor intratrinitario. También surge de su justicia. Dios es justo, la definición misma de lo que significa ser recto. Cuando se violan sus normas, habrá una justa rendición de cuentas.

Así ocurrió con el Diluvio en tiempos de Noé. Dios actuó por el amor que existe en la Trinidad, pero cuando lo hizo también mostró su amorosa misericordia hacia nosotros. Así que el tema del sermón es: En la ira, Dios se acuerda de la misericordia.

Consideraremos la misericordia de Dios:

1. El cataclismo que se avecina

2. El compromiso continuo del pacto

En el principio, justo después de que Dios creara a Adán y Eva, les dio la orden de «fructificad y multiplicaos; llenad la tierra…» Y aquí estamos, en Génesis 6, cientos de años después. La tierra se ha llenado según el versículo 11, se ha llenado de violencia. La humanidad está ignorando a Dios y el resultado es un feo caos, injusticia y derramamiento de sangre.

En el principio, después de que Dios vio todo lo que había hecho, lo consideró «bueno». Era exactamente como Él quería, pero ahora estamos en Génesis 6 cientos de años después. La tierra está ahora corrompida a los ojos de Dios, según los versículos 11 y 12. Esto se debe a la maldad humana: «…toda carne había corrompido su camino sobre la tierra». Los seres humanos han echado a perder lo que Dios creó bueno.

Ahora bien, si Dios es amor, ¿cómo debería responder a esta violencia de la humanidad y a su corrupción de lo que Él hizo? La tentación podría ser decir que, si Dios es amor, debería simplemente tolerarlo. Debería ser paciente y dejar que las cosas pasen. Pero recuerda lo que he dicho antes: precisamente porque Dios es amor, odia el pecado y lo castigará a él y a quienes lo cometen. Cuando se trata de la creación, esa es su obra. Se dice que Dios Padre es el agente principal de la creación. Por eso se le menciona a este respecto en el Credo de los Apóstoles.  Pero el Hijo también participó, según Juan 1, y también el Espíritu Santo. Si alguien estropea la obra creadora del Padre, ¿el amor del Hijo y del Espíritu Santo no les provocaría una ira justa y santa? Si alguien estropea la obra del Hijo en la creación, ¿el amor del Padre y del Espíritu Santo no les provocaría una ira justa y santa? Y si alguien estropea la obra del Espíritu Santo en la creación, ¿el amor del Hijo y del Padre no les provocaría una ira santa y justa? Sí, sí y sí. Es porque Dios es amor que le dice lo que le dice a Noé en el versículo 13: «He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos y he aquí que yo los destruiré con la tierra». Viene el juicio.

En el versículo 17, Dios anuncia finalmente cómo vendrá su juicio. Habrá una inundación de aguas, un diluvio. Acabará con todo, especialmente con los malvados seres humanos que han vandalizado la creación de Dios. Este es el cataclismo que se avecina: un juicio enorme y violento. La violencia engendra un juicio violento, un cataclismo como el mundo nunca ha visto antes o después.

Hay tres cosas que debemos notar sobre este cataclismo venidero.

En primer lugar, tiene que ver con el agua. ¿Por qué tiene que ver con el agua? Por varias razones. Dios ha creado el agua con un enorme poder. Usted ha visto inundaciones en esta tierra. Todas ellas palidecen en comparación con el agua que se derramó sobre la tierra durante el Diluvio de Noé. El agua tiene poder para llevar a cabo el juicio de Dios. El agua es para limpiar.  La tierra ha sido estropeada y arruinada por el pecado humano. Necesita ser limpiada y el agua es la forma de hacerlo. Pero el agua también da vida. Como veremos en otros sermones sobre el Génesis, es intención de Dios traer nueva vida a la tierra después del Diluvio. Aunque las aguas traen el juicio, también aseguran que la nueva vida pueda afianzarse después. Por último, como Dios también creó la flotabilidad, las propias aguas pueden salvar a cualquiera en un barco lo suficientemente grande. Porque Dios creó la flotabilidad, porque las cosas flotan, las aguas van a llevar a Noé y a su familia con seguridad. El medio del juicio puede servir al mismo tiempo como un medio misericordioso de salvación para 8 personas y los animales con ellos.

Segundo, este cataclismo venidero será universal. Algunos de ustedes tienen la Biblia de Estudio ESV, tal vez incluso la tienen con ustedes esta mañana. En muchas cosas las notas de la Biblia de Estudio ESV son buenas y confiables. Pero en el versículo 17 hay una nota que introduce el punto de vista de que el Diluvio no fue necesariamente global o universal. Ese punto de vista es categóricamente erróneo. El lenguaje de Génesis 6 es global. Basta con observar cuántas veces aparece la palabra «todo». El versículo 17 dice: «Todo lo que hay en la tierra morirá». «Todo». No sólo los seres humanos, sino también los animales, todos ellos. Una inundación de esa escala tendría que ser global. Si no lo fuera, eso plantea la cuestión de por qué todos estos animales tuvieron que ir en el arca con Noé. Si sólo fue un diluvio regional, seguramente habría suficientes animales en otras regiones para repoblar la región inundada. Finalmente, en el siguiente capítulo, en 7:19, dice «…y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos fueron cubiertos». Eso no es una inundación regional. Eso es algo global. Amados, los que argumentan a favor de un diluvio regional simplemente se niegan a creer la Palabra de Dios, porque creen que la ciencia dice algo diferente. Escuchen, Dios estuvo allí y nos ha dicho lo que pasó. Se puede confiar en Él. Créanle.

Por último, este cataclismo del Génesis pretende recordarnos otro cataclismo venidero. Es aquel del que habla nuestro Señor Jesús en Mateo 24. Cuando Cristo regrese, habrá un juicio.  Será inesperado. Jesús dice en Mateo 24 que la venida del Hijo del Hombre será como los días de Noé. La gente se dedicaba a sus asuntos, vivía su vida, comía, bebía, se casaba, hasta el día en que «vino el diluvio y se los llevó a todos».   

El cataclismo venidero del juicio será inesperado, y también será extremadamente violento. Dios dice en 2Pedro 3:7, «Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio, y de la perdición de los hombres impíos». El mundo fue una vez lavado con las aguas del juicio, pero hay un juicio que viene que no será húmedo. En su lugar, implicará fuego. Amados, así como llamó a Noé a prepararse para el cataclismo en su día, Dios también nos llama a prepararnos para el último cataclismo venidero en el regreso de Cristo. Prepárense mirando a Cristo como su único Salvador. Prepárense odiando el pecado y huyendo de él. Prepárense viviendo su vida ahora con la ilusión de encontrarse con el Salvador que los amó y murió por ustedes. Si están preparados, el cataclismo que se avecina no los aterrorizará ni podrá hacerles daño. Si están en Cristo, estarán a salvo, igual que Noé y su familia estaban a salvo en el arca.

Así que en este pasaje vemos la ira de Dios en el cataclismo venidero. Pero también vemos la misericordia en su continuo compromiso de pacto. Un pacto es una relación especial, un vínculo íntimo de comunión. Los pactos contienen promesas y responsabilidades para ambas partes. La relación de Dios con su pueblo es una relación de pacto. La Biblia enseña que todos los creyentes y sus hijos están en pacto con Dios.   

En el versículo 18, Dios le dice a Noé: «Mas estableceré mi pacto contigo…». Esta es la primera vez que la palabra «pacto» aparece en la Biblia. Pero no es la primera vez que la idea o el concepto aparecen en la Biblia. Dios estableció un pacto con Adán antes de la caída en el pecado. A menudo se le llama el pacto de las obras, pero también se le podría llamar el pacto de la creación. Oseas 6:7 llama explícitamente pacto a ese acuerdo con Adán antes de la caída. Oseas 6:7 dice: «Mas ellos, como Adán, traspasaron el pacto…». Después de que ese pacto fuera transgredido con la caída en el pecado, Dios se complació en hacer un segundo pacto, el pacto de la gracia. Encontramos la primera promesa de ese pacto de gracia en Génesis 3:15. Dios prometió allí que un hijo de la mujer vendría a traer la salvación del pecado rompiendo el cráneo de la serpiente. Lo prometió. Este es un trasfondo importante al analizar Génesis 6:9-22.

Con toda esta charla sobre el juicio cataclísmico global, usted podría pensar: «Bueno, entonces, ¿qué pasa con lo que Dios prometió en Génesis 3:15? ¿Acaso ha dejado de lado el pacto de gracia? ¿No hay esperanza para los pecadores?».

Después de que el pacto de gracia fue anunciado en Génesis 3, hubo dos líneas en la raza humana. En una línea estaban los que rechazaron a Dios y vivieron en la incredulidad.  Había hombres como Caín, que mató a su hermano, y Lamec, que se jactaba de haber matado a dos hombres. Pero también estaba la línea de Set. Set era otro hijo de Adán y Eva. A través de la línea de Set, Dios llevaría a cabo su plan de salvación, el cumplimiento de su promesa de pacto en Génesis 3:15.

Aquí es donde entra Noé. Noé pertenece a la línea de Set. Forma parte de los planes del pacto de Dios para lograr la salvación de los pecadores. Se nos dice en el versículo 9 que «Noé varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé». Esto está diciendo que Noé era un creyente y vivía como tal. No está diciendo que Noe era libre de pecado. Solo que era alguien que tomaba a Dios en serio y eso se notaba. ¿Cómo llegó Noé a ser así? Las personas sólo se convierten en creyentes a través de la gracia de Dios. Dios obró misericordiosamente en el corazón de Noé con su Espíritu Santo para generar fe, y luego de esa fe, el Espíritu Santo también obró el fruto de una vida piadosa. Pero fue la obra de Dios en Noé.  Y fue por la causa de su pacto de gracia establecido en Génesis 3. Fue por la causa del evangelio, la causa de la venida de Cristo. Dios no iba a dar la espalda a lo que había prometido. En su misericordia, guardó un remanente creyente con el justo Noé. A partir de ese remanente, cumpliría su promesa.

En ese mismo pacto de misericordia, habló a Noé y le advirtió del cataclismo que se avecinaba. Dios le dijo a Noé lo que estaba a punto de ocurrir para que Noé pudiera prepararse y salvarse, él y su familia. Debía prepararse, en primer lugar, construyendo el arca.

Si alguna vez se encuentra en Williamstown, Kentucky, tendrá que visitar algo llamado Ark Encounter. Allí encontrará una réplica a tamaño real del Arca de Noé. Está basada exactamente en las especificaciones que se encuentran en los versículos 15 y 16. Es enorme: 150 metros de largo, 25 de ancho y 15 de alto. En su interior tiene más de 42.000 metros cúbicos de espacio repartidos en tres cubiertas. El arca era un verdadero gigante de las embarcaciones, especialmente para aquellos días. Iba a ser el medio por el que Dios salvaría a Noé y a su familia y también cumpliría misericordiosamente su compromiso de pacto.  

Noé también debía prepararse esperando que al menos dos de todos los animales se unieran a él en el arca. En su misericordia, Dios también preservaría las especies animales que había creado. Por esa razón, Dios ordenó a Noé que reuniera alimentos para él y su familia, y también para los animales. Dios quería que todos los que estaban en el arca estuvieran vivos cuando salieran de ella. Una vez más, esto es debido a la fidelidad de Dios a su pacto, esto es debido a que quería traer a Cristo al mundo para salvar a los pecadores como tú y yo.

Amados, ustedes necesitan ver que el pacto de gracia de Dios es una realidad que existió antes de la encarnación de Cristo, antes de David, antes de Abraham y antes del Diluvio. Es ese pacto y en las promesas que conducen a Cristo la razón por la que Dios tiene tratos con Noé en nuestro pasaje. Dios no es voluble. No abandona las promesas que ha hecho, sino que es fiel y las cumple.

Y da consuelo a los que están incluidos en el pacto de gracia. Eso es lo que hay detrás del versículo 18, donde Dios le dice a Noé: «Mas estableceré mi pacto contigo…». Esto es una garantía para Noé de que Dios está comprometido con su bienestar. La mejor manera de entender estas palabras es que Dios está diciendo algo así como: «Noé, antes de que ocurra este diluvio, te aseguro que estás en la línea del pacto de gracia. Por lo tanto, puedes estar seguro de que tú y tu familia se salvarán».

¿Cómo responde Noé a Dios? Le cree. Noé cree que Dios va a traer un diluvio cataclísmico y que Dios va a salvarlo a él y a su familia. A partir de esa fe, va y hace lo que Dios le dice. Es obediente a Dios. Pero todo comienza con su fe, con su confianza en Dios. Aquí puedes pensar en lo que dice el Espíritu Santo en Hebreos 11:7: «Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe». Noé respondió a Dios con fe y luego le siguió la obediencia. Si piensas en ello como en un árbol, la fe es el árbol y la obediencia es su fruto. Pero la vida que fluye a través del árbol, manteniéndolo vivo y ayudándole a producir fruto, esa vida es obra de Dios. Esto es lo que el Espíritu Santo hace en un creyente. En última instancia, el Espíritu Santo ayuda al creyente a responder a las promesas del pacto de Dios.

Así son las cosas en el pacto de gracia. Nace un niño. Antes del bautismo, Dios ya ha estado involucrado en la vida de ese bebé. Escuchen: un bebé de creyentes no se convierte en parte del pacto de gracia con el bautismo, al igual que Noé no se convirtió en parte del pacto de gracia en Génesis 9. No, el bebé ha sido parte del pacto de gracia desde la concepción. Las promesas de Dios han estado dirigidas a ese bebé todo el tiempo, al igual que están dirigidas a todos nosotros. El bautismo es la señal pública y el sello de esas promesas evangélicas. Hace públicas las promesas que han estado ahí todo el tiempo.

Sin embargo, en el pacto de gracia no sólo están las promesas de Dios, sino también nuestro llamado. No recibimos automáticamente lo prometido en el pacto de gracia. Tenemos una vocación, una responsabilidad. Nuestro llamado es hacer lo que hizo Noé: creer a Dios.  Aferrarnos a sus promesas con fe. Cristo es el Mediador del pacto de gracia. Eso significa que Él es quien se interpone entre Dios y nosotros para que esta relación funcione. Acéptalo como tu Mediador. Cree que sólo en Él estás a salvo del juicio que mereces. Cree que asumió el juicio cataclísmico de Dios en tu lugar cuando llevó tu infierno en la cruz. A continuación, también deseamos vivir una vida fiel y obediente. Queremos que lo que se dijo de Noé sea cierto también para nosotros: que, gracias a la obra de Dios en nosotros, seamos justos e irreprochables en nuestra generación.

En última instancia, nos damos cuenta de que no podemos cumplir nuestra vocación en el pacto de gracia sin la misericordia continua de Dios. Le necesitamos. Necesitamos su Espíritu Santo para crear fe en nosotros y mantenerla. Necesitamos que el Espíritu Santo impulse nuestras vidas hacia la santidad y la vida piadosa. Es un pacto de gracia porque dependemos de Dios y de su gracia para todo. Él nos da sus promesas en Cristo, pero también nos proporciona los medios para abrazar dichas promesas y responder con una vida piadosa y agradecida.  

Hermanos y hermanas, Dios es amor. En su amor, Él envía el juicio. Y en su amor, también entrega su pacto y promete ser fiel a él. Eso es lo que Él era y lo que hizo en los días de Noé, y eso es lo que Él es y lo que seguirá haciendo en nuestros días. Siempre se puede confiar en nuestro Dios amoroso. AMÉN.

Oración

Dios misericordioso y amoroso,

Gracias porque eres la definición misma del amor. Gracias por tu pacto de fidelidad y misericordia. Siempre has sido fiel en el pacto de gracia y eso nos anima mucho. En Génesis 3, prometiste traernos la salvación y en Génesis 6 estabas trabajando para alcanzar ese objetivo.  Lo cumpliste en Cristo y alabamos tu gran Nombre por ello. Por favor, ayúdanos ahora con tu Espíritu Santo a confiar en tu Palabra y a mirar a Cristo. Te pedimos que nos ayudes a cada uno de nosotros a estar preparados para el cataclismo venidero del juicio. Por favor, ayúdanos a tener nuestros ojos fijos en Cristo y a esperar ansiosamente su regreso. Te rogamos que no sólo nos des una rica medida de fe, sino que también nos ayudes a hacer lo que nos mandas. Por favor, obra en nuestros corazones con tu Espíritu Santo para que vivamos según tu Palabra, que vivamos dentro de tu pacto, para tu gloria y porque te amamos. Amén.