LA DIACONÍA Y TÚ

¿Quiénes son los diáconos?

En las iglesias reformadas, encontramos tres clases de oficiales especiales. El pastor te será bien conocido porque normalmente lo ves en el púlpito cada domingo. Los ancianos también deben ser bien conocidos porque normalmente visitan a cada miembro comulgante durante el transcurso del año. Son responsables de la supervisión y el gobierno de la iglesia. Pero ¿qué pasa con los diáconos? Los ves recogiendo las ofrendas cada domingo. Pero ¿qué más hacen además de recoger las colectas?   ¿En qué tipo de circunstancias debería llamar a los diáconos en lugar del pastor o los ancianos? En este breve artículo, veamos lo que dice la Biblia acerca del oficio del diácono y su lugar en nuestra iglesia hoy.

Raíces en el Antiguo Testamento

No había diáconos en el Antiguo Testamento, al menos no como los conocemos hoy. No había un oficio especial de diácono. En cambio, Dios esperaba que todo su pueblo se involucrara en el cuidado de los pobres en sus ciudades y pueblos. Como ejemplo, considere Deuteronomio 15:7-8:

Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite.

Las viudas, los huérfanos y los extranjeros estaban en posiciones especialmente peligrosas en los tiempos del Antiguo Testamento. Podrían aprovecharse de ellos fácilmente.  Dios dió leyes para evitar que esto sucediera. Éxodo 22:21-22: Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. A ninguna viuda ni huérfano afligiréis…

En resumen, el pueblo de Dios debía ser diaconal, dispuesto a servir y dar para el beneficio de los demás. Como parte de su perfecta obediencia, nuestro Señor Jesús cumplió este ideal para el pueblo de Dios. En agradecimiento por esta obediencia, todavía se espera que el pueblo del nuevo pacto de Dios sea diaconal.

Orígenes en el Nuevo Testamento

Aprendemos sobre el origen del oficio de diácono en Hechos 6. Los doce apóstoles habían llegado a estar demasiado agobiados con la distribución de alimentos y algunas viudas estaban siendo descuidadas como resultado. Como respuesta a esto, los apóstoles instituyeron el oficio de diácono. Los apóstoles se centrarían en la oración y el ministerio de la Palabra, mientras que los diáconos se encargarían de la distribución diaria de alimentos, el trabajo diaconal. Este oficio especial surgió como respuesta a una situación especial y ha permanecido con la iglesia desde entonces.

Filipenses 1:1 nos da más evidencia de que el oficio fue oficialmente reconocido al comienzo de la historia de la iglesia. Pablo se dirige a la iglesia de Filipos y a «los obispos y diáconos». En otros lugares, Pablo da los requisitos previos para oficiales cristianos, incluidos los diáconos (ver, por ejemplo, 1Timoteo 3: 8-13).

Naturalmente, todavía se esperaba que el pueblo de Dios fuera diaconal.  Algunos fueron especialmente dotados en esta área, incluyendo al menos a una mujer a quien las Escrituras llaman diaconisa, a saber, Febe en Romanos 16: 1.  Los oficiales especiales llamados «diáconos» no quitan la responsabilidad del pueblo de Dios de cuidarse unos a otros.

Nuestros diáconos y usted

Las Escrituras son claras en cuanto a que los diáconos son responsables de supervisar y estimular la vida caritativa de la congregación. Tienen que estar familiarizados con las necesidades y dificultades que existen. También tienen que animar a los miembros de la iglesia a mostrar misericordia a los necesitados. Son responsables de tomar las ofrendas, administrarlas y distribuirlas en el Nombre de Cristo, según la necesidad.

Los diáconos de nuestra iglesia están aquí para mostrar el amor y la misericordia de Cristo a todos los necesitados. Esta caridad comienza en casa, en nuestra propia comunidad eclesial. Tal vez has perdido tu trabajo. Tal vez tu casa ha generado algunos gastos muy grandes e inesperados. Tal vez tú o un miembro de tu familia ha sido afectado por una enfermedad a largo plazo. ¿Te estás preguntando cómo puede presupuestar su dinero de manera más efectiva? En cada uno de estos casos (y muchos más) puede llamar a sus diáconos para una visita. No hay vergüenza en pedir la ayuda de los diáconos, ellos representan la misericordia amorosa de Cristo para ti. Si no te avergonzarías de pedirle ayuda a Cristo, ¿por qué deberías avergonzarte de pedir ayuda a los diáconos? Los diáconos no necesariamente te dan dinero, pero pueden darte una valiosa guía espiritual a través de la Palabra. ¡Y pueden orar contigo y por ti!

Finalmente, al igual que con los otros oficiales, puedes estar seguro de la confidencialidad cuando te reúnas con los diáconos.  Los ancianos y el pastor, por ejemplo, no ven una lista de quién está recibiendo asistencia o a quién visitan los diáconos. Entonces, si necesitas ayuda, no seas tímido para preguntar a los diáconos. Están allí para servirnos como embajadores de Cristo también.

Traductor: Valentín Alpuche