Casi todo el mundo ha oído hablar del famoso poema «Huellas». Cuelga en la pared de muchos hogares cristianos. A menudo se comparte en las redes sociales. Su popularidad se debe sin duda al mensaje alentador que publica.
Ya sabes cómo va. Un hombre tiene un sueño en el que ve todas las escenas de su vida y hay huellas en la arena en cada escena. En la mayoría de las escenas, hay dos pares de huellas, las suyas y las del Señor. Pero cuando llegaron tiempos difíciles, entonces solo había un par de huellas. El hombre se preguntó por qué, y pensó que había sido abandonado en esos tiempos. Entonces Dios le dijo que fue entonces cuando Él llevaba cargado al hombre.
Hay verdad en esto. Sin embargo, como sucede a menudo con las reliquias de la cultura pop cristiana, no alcanza a representar la imagen completa de lo que Dios revela en la Biblia. Verás, «Huellas» no se equivoca por lo que dice, sino por lo que no dice. Nos deja con una falsa impresión de cómo Dios interactúa con nuestras vidas.
«Huellas» nos da la impresión de que Dios solo nos carga durante los tiempos realmente difíciles. Pero para el resto nos toca caminar solos junto a Él. Me recuerda a esa pegatina del parachoques: «Dios es mi copiloto». A eso siempre quiero decir: «¿Entonces crees que eres el capitán y Dios solo te está ayudando?» «Huellas» no va tan lejos, lo sé, pero al menos nos quedamos con la imagen de nosotros junto a Dios como compañeros en el camino.
Las buenas nuevas de la Biblia son mucho mejores que eso. Cuando pensamos en el evangelio, a menudo pensamos en él estrechamente en términos de lo que Cristo ha hecho para redimir a los pecadores. Sin embargo, es más grande que eso. Cuando el Catecismo de Heidelberg responde a la pregunta sobre lo que un cristiano debe creer, dice: «Todo lo que se nos ha prometido en el evangelio, lo cual se resume en los artículos de nuestra indiscutible fe cristiana universal». En otras palabras, cada artículo del Credo de los Apóstoles contiene promesas del evangelio basadas en las Escrituras.
Eso comienza con «Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra». Con esta declaración, los cristianos confiesan no solo que Dios es infinitamente poderoso, sino también que en Él tenemos un «Padre» que nos ama y nos sostiene. Debido a lo que Jesús ha hecho por nosotros, podemos estar seguros de que Dios siempre nos lleva en sus brazos. Lo ha hecho en el pasado, lo hace en el presente y lo hará en el futuro.
La idea general de Dios llevando a su pueblo en sus brazos se encuentra en varios lugares de las Escrituras. Según Deuteronomio 1:31, los israelitas vieron cómo Dios los llevó por el desierto, «como trae el hombre a su hijo». En Éxodo 19:4, Dios le dice a Israel: «Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águila y os he traído a mí».
Pero luego hay algunos pasajes que agudizan esta verdad. En Isaías 46:3-4, Dios dice que ha estado llevando a su pueblo desde antes de su nacimiento. Han sido llevados desde el vientre. Luego agrega: «… y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo». En cada etapa de la vida, Dios nos lleva. Él nos lleva no solo en los tiempos difíciles, sino en todo tiempo. Él nunca nos deja caminar solos, y nunca nos pone a caminar junto a Él. Sabe que no somos lo suficientemente fuertes para hacer eso. Es como Pablo dice en Hechos 17:28: «Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos». Para seguir con la metáfora del poema, solo nos movemos porque Él nos lleva. Solo hay un par de huellas: las de Dios.
La verdad que la Biblia nos da acerca de Dios es mucho mejor que la imagen limitada pintada por el autor de «Huellas». La verdad de la Biblia es mucho más alentadora. A través de la adversidad y la prosperidad, Dios siempre nos sostiene. Además, el Dios que siempre nos sostiene es el mismo que demostró su amor por nosotros al dar a su Hijo. La cruz es a donde miramos para recordar que Dios es bueno y amoroso y que siempre nos lleva sobre sus hombros. Él nunca nos defraudará.
Traductor: Valentín Alpuche