LA CAÍDA Y EL PECADO ORIGINAL

La realidad del pecado y el mal son evidentes. No tan evidente es el origen de estas cosas. ¿De dónde viene el mal y a quién podemos culpar por ello? Estas son preguntas antiguas a las que la Biblia da respuestas definitivas.

Nuestro estado original

La Biblia dice que la humanidad fue creada buena y a imagen de Dios (Génesis 1:27,31). Ser creado «bueno» significa que Adán y Eva fueron creados exactamente de la manera que Dios quiso que fueran. Fueron creados de tal manera que podían elegir no pecar. Tenían libre albedrío. Fueron creados capaces de tomar decisiones libremente, elecciones de las que serían responsables. Ser creados «a imagen de Dios» significa que reflejaban a Dios de alguna manera, por ejemplo, en su capacidad de amar o comunicarse, pero también en «verdadera justicia y santidad» (Efesios 4:24).

La caída en el pecado

Adán y Eva fueron tentados por Satanás y libre y voluntariamente cedieron a esa tentación.  No había compulsión externa. Se rebelaron contra Dios y comieron del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 3:1-7). Hicieron una mala elección en contra de la voluntad de Dios y esta fue una elección por la cual llevarían toda la responsabilidad.

Nuestro estado caído

Después de que Adán y Eva abusaron de su libre albedrío, la corrupción se ha extendido a toda la raza humana (Génesis 6:5). Todos estamos caídos. En consecuencia, la imagen de Dios en la humanidad ha sido, en el mejor de los casos, vandalizada. [1] Además, en nuestra condición caída y no regenerada, no somos capaces de no pecar. Los seres humanos no regenerados todavía tienen libre albedrío, pero sólo pueden usarlo de una manera pecaminosa (Jr 13:23). A medida que se ejerce el libre albedrío en esa naturaleza humana caída, continúa habiendo plena responsabilidad moral personal (Hechos 3: 14-15).

Pecado Original

Adán era el representante de toda la humanidad en el Jardín del Edén. Cuando Adán cayó, tuvo consecuencias para toda la raza humana. Cada ser humano nacido desde entonces (¡excepto Jesús!) ha nacido con lo que llamamos el pecado original. Esto significa dos cosas:

La culpa de Adán es contabilizada a cada uno de nosotros (Romanos 5:18). Debido a que él era nuestra cabeza del pacto, llevamos su culpa como sus descendientes.

La contaminación de Adán se transmite a cada uno de nosotros (Jr 17:9, Romanos 7:18). Todos nacemos con una inclinación al pecado. No tenemos que ser enseñados a pecar. Sabemos cómo hacerlo de forma natural.

Distinguimos el pecado original del pecado actual que cometemos diariamente.

¡Alabado sea Dios porque a través del evangelio de nuestro Señor Jesús somos liberados de nuestro pecado original, así como de nuestros pecados actuales! El evangelio nos restaura en personas que quieren y que realmente honran a Dios con sus vidas, tal como Adán y Eva fueron diseñados para que lo hicieran.

Notas[1]  Históricamente, la teología reformada ha distinguido entre la imagen de Dios en el sentido más amplio y el sentido más estrecho. En el sentido más estricto de «verdadera justicia y santidad», confesamos que la imagen de Dios ha sido borrada por la caída en el pecado.

Traductor: Valentín Alpuche